sábado, 4 de junio de 2011

Acabé la universidad,.. y ahora qué?


En nuestros días, se entiende la educación como un proceso global que abarca la vida del ser humano en su extensión. Es un desarrollo constante que asume el ente en vías de crecimiento. Estas afirmaciones nos llevan a externar en un lenguaje coloquial que la educación no acaba en el colegio ni en la universidad. El hombre jamás se detiene en su aspiración de mejorar y su interés en perfeccionarse aumenta cada día. Por esto cuando salimos de la universidad, viene la pregunta: ¿y ahora qué?

Lamentablemente para muchos, los conocimientos adquiridos en el colegio y la universidad no son suficientes para insertarse en el mercado laboral, siendo esta una de las razones por las que hoy en día ha evolucionado el área de Educación Continuada, la cual se encarga de dar continuidad al crecimiento del profesional.

La decisión de proseguir con el aprendizaje y el enriquecimiento de conocimientos, debe ser aplaudida e incluso motivada, ya que garantiza profesionales más preparados para competir y desempeñar exitosamente sus roles laborales. Sin embargo, son muy pocos los profesionales que persisten en el proceso educativo. Muchas son las razones. En gran parte económicas, en muchos otros casos, por cuestiones de tiempo y por qué no decir, también por ignorancia.

Entiendo que debe haber algún mecanismo que obligue al profesional a continuar educándose. Las empresas en muchas ocasiones, ayudan a sus empleados y les costean capacitaciones relacionadas a las áreas en las que trabajan; no obstante, posterior a esta ayuda, es difícil que el profesional por sí sólo pueda continuar esta evolución.

De alguna manera, debemos entender que la educación no termina cuando nos graduamos y que sí queremos mejorar nuestro bienestar económico y crecer profesionalmente, debemos ver este proceso como una inversión y darle persistente continuidad al mismo.

Ya está bueno de lo mismo!

El narcotráfico, el presupuesto, los líos de los partidos políticos, entre otras cosas, tienen al pueblo cansado, hostigado y nubla el panorama que los dominicanos deseamos ver. Es que nadie puede detenerse a trabajar sin pensar en la comisión que se va a ganar? Es que no existe un ser en este país a alguien que le duela lo que estamos pasando y se decida a trabajar por el bien patrio?

Creo que este es el único país en el que existen los “limpia vidrios” que además de ensuciarte los cristales de tu auto, te exigen de mala manera y hasta te patean el carro si no les das lo que te piden. Vemos también la cantidad de indocumentados pidiendo en las calles y principales avenidas del país; personas con problemas mentales andando por todos lados, muchas veces casi desnudos, bebiendo agua sucia en las ceras y asustando sin querer a los peatones y hasta a los que andan en sus vehículos; dominicanos vendiendo en las calles todo tipo de mercancía falsificada; “guagueros”, que nunca han tomado un examen de transito con licencias para conducir, andando en la calle con un manejo temerario sin que nadie les discrimen por eso; personas minusválidas y enfermas, las cuales trabajan pidiendo para mantener a una familia completa que más que cuidarle, le utiliza como carnada para obtener lo que ellos desean: dinero.

Sin querer continuar la lista de problemas sociales latentes en nuestra sociedad, abogamos por un plan social para regular estas dificultades de nuestro día a día que sufrimos en carne propia y por las cuales nadie vela.

Dejemos ya los temas que aunque queramos, no tienen solución por razones obvias y pongamos los pies sobre la tierra. Lo que necesitamos es que alguien vele y haga algo por las situaciones que a diario vivimos los que sí trabajamos y no vivimos del cuento ni de comisiones.

Nuestra cruda realidad...


Despierto cargada de entusiasmo, energía e ideas revolucionarias.

Comienzo mi ardua labor llamando a mis clientes, los cuales –coincidencialmente- no hacen más que quejarse por la situación, pedir disculpas por el retraso en el pago, solicitar mayores descuentos y nuevos plazos para pagar. ¡Llamada tras llamada, y lo mismo!

Decido salir a la calle a buscar nuevos clientes y a tomar otro aire, y el desconcierto es mayor: calles repletas de haitianos, enfermos mentales, niños, mujeres embarazadas y minusválidos pidiendo; personas con miles de problemas conduciendo completamente idas, buscándole a otros nada más que inconvenientes; individuos agresivos que con solo mirarlos, te dicen dos cosas ofensivas; encontrándote con amigos que al final tienes que terminar prestándoles dinero o dándoles algo para que pasen los días hasta que consigan trabajo o bien hasta que en su empleo le paguen lo que deben…y termina uno el día fácilmente preguntándose: ¿qué esta pasando?

No hace falta un terremoto en nuestro país para que se vea la pobreza en qué vivimos y la difícil situación en la que estamos los que realmente trabajamos… nosotros.. el pueblo. ¿Y quién nos ayuda?

Cada día hay más desempleo, todo se encarece, hay menos esperanzas. Cada día perdemos más la credibilidad en nuestro gobierno, en nuestros políticos, en los medios de comunicación y hasta en lo que con mucho esfuerzo hacemos para nada. No veo el interés de alguien de querer luchar por algo, no veo esa iniciativa de ningún dominicano por querer hacer que esto funcione sin pensar en su beneficio personal.

Al final del día termino mi día –increíblemente- perseverante porque aunque sé que ahora es que falta,… creo firmemente que todo lo que comienza, termina y que al final del camino va a haber una luz.